Fernando G. Duran

ALFARERO 

La íntima y personal relación de Fernando G. Duran (Jerez de la Frontera, Cádiz) con el torno de alfarero comienza en los primeros años de los 80 en la localidad extremeña de Salvatierra de los barros -el nombre no podía ser más premonitorio-. Allí, un jovencísimo Fernando conoce al maestro alfarero Luciano Nogales y de su mano va aprendiendo poco a poco los fundamentos de un oficio milenario. Con esa formación inicial completada, Fernando vuelve a su Jerez natal donde comienza a acudir a algunas de las pocas alfarerías que quedan por entonces en la ciudad y a impartir sus primeros talleres y cursos. Que ya en los años 90 se decidiera a montar su propio taller de alfarería parecía un movimiento natural.

Allí empezó a producir como él las denomina piezas 100% utilitarias: cuencos, jarrones, vasos, botijos. Pero no mucho después Fernado G. Duran empieza a crear lo que otros empezarán llamando «las cosas raras que Fernando hace en su tiempo libre» pero que con el tiempo se han ido convirtiendo en el santo y seña de su propuesta y la dotan de un carácter único, inconfundible. Lo que comenzó siendo artesanía ha ido rondando poco a poco los terrenos del arte.

Sostiene Fernando G. Duran que el arte se crea, mientras que la artesanía nace. El artesano con su oficio y pericia ayuda a nacer objetos que cumplen una función o cubren una necesidad. El arte es, sin embargo, juego, deriva azarosa, pura creatividad no sujeta a función ni utilidad. Comenta Fernando que él se siente artesano por encima de todo, que depende más bien de los ojos del espectador que sus piezas sean consideradas arte. Nosotros creemos que el alfarero jerezano es artesano y artista a partes iguales porque haciendo nacer desde la artesanía, crea e innova desde el arte.

Las «cosas raras» de Fernando G. Duran son piezas arriesgadas, juguetonas, sorprendentes, que logran reformular los códigos tradicionales de un oficio manual que hunde sus raíces en lo hondo del tiempo, presentándose como una obra radicalmente actual. Artesanía contemporánea en el corazón mismo de la tradición.